Normalmente en la vida de todo bombero de más de 50 años de edad, el desgaste propio del paso de los años en el ser humano, sumado a las múltiples obligaciones laborales y familiares, conllevan a un cierto alejamiento natural del trabajo operativo en las emergencias, las que demandan un alto esfuerzo físico.

Por ello, no es extraño que muchos bomberos con más de medio siglo de vida, opten por actividades de apoyo en el ambiente administrativo, debido a que por estas razones biológicas, ya no se posee la misma vitalidad ni resistencia al frío, golpes o enfermedades que se tiene a los 18 o 20 años de edad.

Una excepción a esta regla la hace en la capital de La Araucanía el voluntario Helmut Rilling Roloff, casado y con dos hijos, quien -impulsado por dos hermanos que ya eran bomberos- un ya lejano 5 de junio de 1955 decide ingresar al Cuerpo de Bomberos de Temuco y lo hace a las filas de la Tercera Compañía.

Este bombero, a quien sus camaradas acostumbran ver investigando incendios en cuanta emergencia de importancia se produzca, no importando el horario ni el clima, a simple vista pareciera tener unos 60 años, pero muchos se sorprenden cuando de su propia boca se enteran que ya está ad portas de cumplir los 80.

Con 78 años de edad, en la última ceremonia de Cuenta Pública y celebración del Día Nacional del Bombero en Temuco, fue homenajeado por haber cumplido ni más ni menos que 60 años de servicio y repasa lo que ha sido su trayectoria en la institución, totalmente exenta de la búsqueda de altos cargos o condecoraciones, pero que deja una huella de esfuerzo y constancia, pues no es fácil continuar en el servicio operativo, atendiendo emergencias a estas alturas de la vida.

“Voy casi a todas las emergencias, especialmente en lo que es la investigación de incendios”, afirma, y ante la pregunta de por qué no ha decidido “bajar el ritmo”, tomando en cuenta su calidad de bombero honorario de Compañía, bombero honorario del Cuerpo y también «Bombero Insigne de Chile», lo que le otorga ciertos privilegios naturales acordes a su edad, como “lista corrida” ante las emergencias, lo que significa que por su edad y trayectoria se les exime del trabajo operativo, responde que “es el entusiasmo y el deber de cumplir. Uno entra a Bomberos y jamás deja de serlo. Puede cumplir 100 años pero si se produce una emergencia cerca de la casa de un bombero o tiene la oportunidad de ayudar a alguien, creo que el bombero siempre lo hará y estará con la bandera en alto”.

SUS LAZOS CON EL DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS TÉCNICOS
Helmut Rilling no solo fue un bombero “de fila”, pues cumplió deberes como ayudante de su compañía -la “Bomba Germania”- en la que también fue capitán, consejero de disciplina y varios otros cargos similares, pero en lo que indudablemente ha brillado y su nombre quedará grabado en la historia del Cuerpo de Bomberos de Temuco, es por haber sido uno de los artífices de la creación del Departamento de Estudios Técnicos, cuando la hoy imprescindible labor de investigación técnica de incendios no existía como tal en La Araucanía.

“Siempre me apasionó la investigación de incendios y esto lo iniciamos en 1975 ¿y sabe cómo? Un montón de bomberos estábamos viendo una película en el teatro y en ese momento se produjo un incendio en algún lugar de la ciudad. Entonces la gente del teatro escuchó la sirena y alguien entra al recinto, abre una puerta y grita ¡incendio!, lo que provocó una pequeña estampida de público, porque todos pensaron que se estaba quemando el teatro. Cuando pasó todo, nos dimos cuenta que todas las puertas de escape del teatro estaban cerradas y fue en ese momento en que conversé con el comandante de la época para que comenzáramos con las inspecciones de los teatros, hoteles y colegios. Empezamos con el plan Deyse en esos tiempos, haciendo simulacros y poco a poco comenzamos armando un Departamento de Estudios Técnicos”, rememora.

Rilling agregó que hasta aquellos años, Bomberos ya realizaba pequeñas investigaciones de los incendios que ocurrían, pero solamente utilizando sus conocimientos empíricos, vale decir, basados en la experiencia propia y no mediante un método científico y análisis con instrumentación especial como ocurre hoy en día.

“Hoy es más profesional y cada vez tratamos de mejorar y estudiar para estar al tanto de los avances en esto de la investigación de incendios”, subraya, añadiendo que “siempre me llamó la atención saber por qué se producen los incendios, establecer su causa y origen, y también saber cómo se apagan correctamente”.

Al preguntarle sobre si siente que la creación de un Departamento de Estudios Técnicos es su gran legado para el Cuerpo de Bomberos de Temuco, sonríe y responde que “lo importante no es eso, es tener siempre savia nueva, personas que se interesen y se perfeccionen en este tema de investigar, porque existen muchos bomberos que les gusta apagar los incendios, pero esos bomberos apagan y se van, en cambio los investigadores de incendios comenzamos a trabajar en ese momento, cuando los incendios han terminado y partimos a escarbar los escombros para saber cómo empezó todo”.

LOS MÁRTIRES DEL DEBER
Sobre los incendios que lo han marcado en su trayectoria bomberil, sin titubear responde lo ocurrido el 11 de enero de 1957, cuando las llamas redujeron a escombros un edificio ubicado en Rodríguez con Aldunate, en pleno centro de la capital regional, lugar donde hoy se levanta la ferretería Frindt, en que producto del repentino derrumbe de una muralla durante las labores de extinción fallece aplastado el mártir de la Primera Compañía, Gustavo Toledo Fuentes, y otros seis voluntarios resultan con diversas heridas.

“Ese día yo estaba de pitonero, lanzando agua desde el techo y al bajar para hacer un relevo, caminé tres pasos y se produce el derrumbe a unos 10 metros mío. Quizás si me bajo antes y sigo caminando, habría terminado bajo los escombros”, rememora.

Pero no solo tuvo la oportunidad de conocer y compartir emergencias con aquel mártir de la Primera Compañía, pues también mantuvo amistad con otro mártir del deber: Karl Reinarz, un voluntario de la Bomba Germania que pierde la vida el 20 de diciembre de 1974, durante el incendio de su propia empresa de mermeladas, en el sector Pedro de Valdivia.

«EL PAGO DE CHILE»
Entre las muchas anécdotas protagonizadas en sus 60 años al servicio de la comunidad, Hellmut Rilling recuerda que hace algunas décadas se produjo un devastador accidente de tránsito en las cercanías de Metrenco, que cobró un elevado número de víctimas fatales.

“Concurrí en mi auto particular para ayudar en el accidente y me encontré con un tremendo taco de más de un kilómetro de largo antes del lugar mismo de la tragedia, por lo que dejé el automóvil estacionado y partí caminando. Horas más tarde, cuando regresé a mi auto, el taco ya no estaba, mi vehículo había quedado solo y me encontré con que le habían robado los espejos y las tapas de rueda… ese fue el pago de Chile”, señala riendo.

Al finalizar la conversación, le preguntamos cuál es su mensaje para las futuras generaciones de bomberos. “Mi mensaje es que estudien y se pongan al día. Que cumplan las órdenes de sus superiores, porque en Bomberos se debe tener disciplina y acatar estrictamente las órdenes que se imparten en un momento dado”.

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